Más allá de sus diferentes versiones, a menudo problemáticas y contradictorias, el pensamiento moderno se caracterizó por una promesa de emancipación que hoy parece haberse vuelto anacrónica entre nosotros. Lo que observamos en nuestro siglo XXI es más bien la proliferación de nuevas formas de autoritarismo que presentan continuidades y rupturas de todo tipo con las máquinas totalitarias del siglo XX. El ideal moderno de progreso parece haberse resuelto en fenómenos tales como la digitalización cibernética del mundo industrial, la progresiva sofisticación de las ciencias aplicadas al cuerpo vivo y el avance experimentado en el campo de la inteligencia artificial, los cuales comportan formas inauditas de control y producción de la subjetividad, y tienen importantes implicaciones bioéticas, sociales y políticas, poniendo en cuestionamiento valores indispensables para el humanismo clásico como la libertad, la responsabilidad o la dignidad. Pero los nuevos rostros del poder contemporáneo también cuentan con entusiastas adeptos, como prueba la esperanza depositada en el nuevo sujeto transhumano, convencido del potencial salvífico de las nuevas tecnologías. Para más escarnio, en su afán insaciable por reproducirse y perpetuarse ad infinitum, los poderes contemporáneos atentan indistintamente contra el equilibrio ecológico del planeta, provocando una amplia variedad de desequilibrios y destrucciones en los ecosistemas marinos y terrestres de todo el orbe y, así, amenazando y degradando la vida humana sobre la Tierra. En la esfera de la cultura, la naturalización del capitalismo como el único mundo posible ha traído consigo la homogenización de todas las diferencias a nivel global, fagocitándolas trágicamente en el espacio liso y competitivo del mercado, al precio de producir dolorosas exclusiones, desigualdades e injusticias sociales, como ponen de manifiesto las luchas feministas y ecologistas de forma paradigmática, sin pasar por alto la creciente reivindicación de nuevas identidades personales y colectivas de diversa índole.

Con todo ello proponemos, en definitiva, abordar la pregunta en torno a nuestra condición (post o trans) humana caminando sobre la voladura de las viejas utopías humanistas hacia nuevos escenarios utópicos posthumanos e identificando, a su vez, el horizonte distópico al que parecemos arrojados. En este inquietante escenario, el XI Congreso de la SAF convoca a la comunidad filosófica a pensar críticamente diferentes modos de vivir lo invivible de los poderes contemporáneos, formas de emancipación desde las cuales la humanidad, quizá transmutada, pueda florecer nuevamente. Y lo hace planteando tres ejes temáticos, concebidos como grandes escenarios críticos o conjuntos de desafíos que trae consigo el siglo XXI.

1. Nuevos autoritarismos, mecanismos de poder y espacios emancipatorios.
2. Nuevas identidades, feminismos y ecologismos.
3. Nuevas tecnologías, cultura digital e inteligencia artificial.

Si bien todo análisis resulta restrictivo respecto a la gran diversidad que presentan los retos contemporáneos para situarnos y pensar nuestras actualidades, posibilidades y limitaciones de ser humanos en el siglo XXI, estos tres ejes temáticos pretenden servir al menos de coordenadas para la tarea a la que el XI Congreso de la SAF nos reúne del 1 al 3 de octubre de 2025 en Valladolid. Además, este Congreso está abierto, más allá de su tema específico y a través de las diferencias líneas temáticas de comunicaciones, a propuestas que estén vinculadas, en general, al área de Filosofía.

TODA LA INFORMACIÓN EN

http://safil.es/xi-congreso-internacional-de-la-sociedad-academica-de-filosofia


Descubre más desde El rincón de Sofista

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.